Barbie y un tiro


Barbie palideció. ¿Matarla?¿Había oído bien? Buscó  la mirada de Felix, desesperada, pero este la evitó deliberadamente. Por su expresión, parecía estar decidiendo algo importante. Pareció decidirse y levantó la vista, no sin antes echar una mirada de despreció a Barbie. Ella se asustó. Nunca nadie la había mirado con tanto odio.
-Li.- dijo Felix diriguiéndose al chino.- No creo que sea necesario. Es lo suficientemente estúpida para no darse cuenta de nada de lo que hay aquí.- trató de convercerlo.
-No podemos colel liesgos.- argumentó Li sin dejar de sostener la pistola.- Sea estúpida o no, podlía echalo todo a peldel.
-No seas idiota, Li. Además, ¿dónde ibas a esconder el cadáver?
Barbie estaba confusa. Por un lado quería protestar y decir que no era una estúpida, pero su escaso sentido común se lo impedía. Por otro... ¿Por qué Felix la defendía? A judgar por la mirada de antes, estaba claro que la odiaba, y además le había hecho algo horrible a Ken (a todo esto, seguía sin saber qué era). Quizás Felix quería que no la matasen para que le pidiese disculpas a Ken o algo por el estilo, pero ¿tal era el amor de Felix por su hermano como para poner en peligro sus actividades en aquella fábrica? Porque... no la había matado por Ken, ¿verdad?
Mientras tanto, Felix y Li discutían en japonés. "Maldito oriental cabezota"-pensó Felix. No podía dejar que matase a la rubia teñida. Antes tenía que arreglar unos asuntos pendientes con ella, pero no con el chino delante. Y por supuesto, tenía que hacer algo con respecto a lo de Ken.
-Si la matamos no colelemos ningún liesgo.- repitió Li por tercera vez.- Fuiste tú quien empezó con todo esto. Además, si Belnal la ha tlaído aquí, él ya lo sabrá- dijo refiriéndose a Ken.
-¡Da igual que él lo sepa!- vociferó Felix con su marcado acento.- ¡Te he dicho que NO la mates!
El chino lo miró, confuso, pero negó con la cabeza. Si la policía lo descubría...
Sin dejar de mirar a Felix, acercó su dedo al gatillo.
-¡No!- rugió este. Se abalanzó sobre el oriental y ambos rodaron por el suelo. Barbie gritó. El chino trataba de quitarse de encima a Felix, pero este le dió un puñetazo en la mandíbula y trató de coger la pistola. Ambos forcejearon. Barbie gritó de nuevo. Ni siquiera podía distinguirlos. Se tapó los ojos con las manos, pero las retiró enseguida, al oír un tiro.
No podía distinguir nada. La nube de polvo que había dificultado su visión desapareció y Barbie pudo ver con claridad. Felix sostenía la pistola y el chino yacía, con un tiro en pecho, muerto. No podía ver la expresión de su cara, pero Barbie tampoco quiso. Se dejó caer al suelo de puro alivio.
 Estaba salvada. 
Pero en ese momento Felix se levantó y apuntó a Barbie con la pistola. Volvía a tener esa mirada de odio.
O tal vez no. 
Lo que Barbie no sabía es que en aquel momento Ken se acercaba en su coche, furioso, hacia la fábrica.