Barbie, tetas y algunas bragas sugerentes


La mujer, de unos cuarenta años (rozando ya el medio siglo) la llevó, casi a rastras y de la mano, a lo que parecía un pequeño establecimiento de comida rápida. Barbie llegó a esta conclusión debido a las aglomeraciones de carritos de perritos calientes que pudo ver cerca. Pero por ningún lado pudo encontrar a sus regidores así que, cuando la rechoncha mujer no miraba, atendiendo a una joven un poco más pequeña que ella, Barbie tomó una salchicha sin freír (realmente tenía mucha hambre) y fue comiéndosela durante el camino hasta el umbral del amplio portalón del establecimiento. Y como no sabía inglés, no pudo leer las baratas ofertas que ofrecían  sendos carteles púrpura, colocados a ambos lados de una cortinilla de fino (y sugerente) terciopelo rojo, ya dentro del local.
Muchas chicas corrían de un lado a otro, despavoridas.
-Mine is nigger -gritaba una, sin saber si ello le gustaba o le dejaba de disgustar.
Algunas de las chicas se cambiaban de ropa, en lo que parecía un vestuario común, enseñando sus atributos a todo quien lo deseara, preparándose para ir a unas cabinas privadas, y otras se vestían con sus cancanes para lo que parecía una especie de función para adultos. Pero parecía que a Barbie se le había destinado otra misión.
-C'mon, girls! -gritaba la mujer-. You, guys, are perfect. Now go to the setting and get some five dollar-bills!
-Yes, Mrs. Holder -respondieron todas a coro, como si aquellas palabras respondieran a una rutinaria cancioncilla que hubieran asimilado con el tiempo.
Barbie seguía en el vestidor común, sin saber qué pensar. Tal vez aquello fuera una especie de acogedor orfanato, como en Annie, o una casa de citas con salones privados, como enMouline Rouge. Como había visto demasiados pechos desde que había entrado allí, se decató por el burdel y se dispuso a salir del lugar. "¡Me he metido en un maldito lupanar!" pensaba en voz alta. Y siguió repitiendo: "En un maldito, maldito lupanar". Acercándose, sin que la tal Holder se diera cuenta, a la entrada pudo ver como un mosqueado Felix (con revólver incluido) la buscaba por aquellas calles. De momento, volvió a entrar al prostíbulo para ver cuáles eran los menesteres de la vieja.