Barbie y Adidas

-¡¿Felix?! -casi no se lo creía-. ¡Eres tú! -Felix la miró, con asco.
-Me recuerdas -dijo con ese acento americano que le caracterizaba. Por lo demás, hablaba el castellano muy bien.
-¡Claro que sí! ¿Qué haces tú aquí?
-Después de lo que hiciste anoche... ¡Me preguntas que qué hago aquí! -le gritó a la cara-. Esto es increíble -sus ojos delataban una gran decepción-. Creía que eras distinta a todas ellas. A todas esas Barbies de plástico, sin corazón... Todas esas para las que soy un juguete. Pero sólo soy un juguete roto -se lamentó.
Barbie le miró. Pasara lo que hubiera pasado, ella seguía sin recordarlo. Sin embargo, a Felix sí lo recordaba. Que extraño...
-Ahola debes malchar -apuntó el chino-. Tu vas tenel mucho problemas si policía vienen -¿se lo parecía a ella o su vocabulario español era mucho menos amplio que el que había escuchado en un principio?
-¿Dónde estoy? -preguntó, en un intento de dar vida a la conversación.
Al contrario de lo que ella hubiera pensado, Felix le respondió.
-Te encuentras en Shao's. Un local abandonado de Chinatown. Seguramente Bernard te trajo aquí a propósito -¿Bernard sería el cuarentón del coche? Todo aquello parecía una especie de complot.
-¿El tal Bernard trabaja aquí? -dijo.
Parecía que Felix estaba haciendo un gran esfuerzo por responder a sus preguntas.
-Sí -se calló unos segundos-. Si, cuando él quiere. Seguramente anoche nos vio juntos y te reconoció. No querría que te quedaras en casa de ese tipo.
Barbie casi preguntó "¿Ken?", pero se echó atrás. Le parecía increíble no recordar nada, después de haber hecho algotan horrible. Después oyó el sonido de un funesto tambor que, seguramente, hubiera recordado a alguien mucho más culto que ella a una novela Dickensiana. Pero a ella no se lo recordó y traspasó una espesa cortina que les separaba de otra pequeña habitación. En el interior, lo menos veinte jóvenes cosían, unos a mano y otros a máquina, sendas veinte deportivas de la marca "Adidas". Una rata le produjo una arcada y el chino soltó:
-Ahola, nosotros tenemos que matalte.